Había una vez una mujer que fue diagnosticada, en un estado muy avanzado, de cáncer de mama. Una mujer con dos hijos pequeños, una mujer con una inteligencia desbordante, una mujer de mirada profunda porque en sus ojos se iba guardando la vida. Había una vez una mujer que decidió, después de haber investigado y estudiado muchísimo, que no se sometería a los dictámenes de la medicina alopática convencional, sino que se responsabilizaría de su situación y haría lo que deseara hacer. […]
↧